Hace ya tiempo que no escribo. Me refiero a escribir a partir de la reflexión o la creatividad. Tampoco he leído mucho. Así ha sido desde que terminé mi tesis doctoral, como si con ello hubiera terminado mis hábitos de registrar el flujo y reflujo creativo y analítico que desde hace años había generado. Pero no quiero decir que todas mis lecturas y escrituras estuvieran vinculadas directamente con la tesis; de hecho, me desviaba frecuentemente de ese trabajo académico para darme un respiro, para “limpiar el paladar” intelectual y sensorial.
Ahora, más de un año después de obtener el grado y descansar de los mecanismos que esa tarea echó a andar hace mucho, me encuentro ante lo que vislumbro como una reinvención. Reinventarme como lector y escritor. Quizá “escritor” es mucho decir, sin embrago lo soy para mí, así me entiendo. Es una labor que disfruto y respeto, en la que anhelo perseverar y crecer. Como lector, bueno, siempre he sido un amateur, pero además, un amateur desorganizado que se deja llevar por el entusiasmo y la curiosidad más que por alguna forma de erudición. Si tuviera una moneda por cada libro cuya lectura he dejado inconclusa, estaría lejos de hacerme rico, pero tendría varios frascos a tope, eso sí. El amateur, como lo dice la etimología de la palabra, es el que hace lo que hace por amor, y aunque espero desarrollar por lo menos un poco más de disciplina lectora, estoy bien siéndolo. Como probablemente el lector de este divagar ya sepa, soy compositor, creador musical, artista sonoro, o como se guste llamar a este mi oficio. En ello, a diferencia de la lectura y escritura de textos, no he tenido problema alguno en continuar, por lo menos no de mi parte (también hay que atender otras responsabilidades). De hecho siento que he continuado creando música sin problema, con el claro propósito de encontrar lo que sigue después de la tesis, porque esa dichosa y mentada tesis no solamente fue teórica sino creativa también. Cuáles nuevos caminos abrirá el viejo camino, esto es, cuál es la propensión implícita en lo ya realizado, qué posibilidades se encuentran ahí. Así es como compongo música, de hecho, a partir de la propensión inherente al contexto sonoro ya establecido, el cual se originó desde la propensión de otro contexto, y así. Parecerá, entonces, que no hay ni puede haber nada nuevo realmente en esa manera de hacer música como continuación, pero sí la hay. Es a partir de la continuidad que se logra la modificación. Mi proceder intuitivo en la creación musical, a partir del cual acontece un ahondar en mí y en mi experiencia del mundo, se nutre de mis hábitos, mi pensar y mi sentir, se nutre también de mis anhelos, mis influencias y mi perspectiva. Hace más de un año que terminé esa tesis y soy agente libre, por decirlo de algún modo, y desde entonces todo lo que nutre esa intuición en el proceso creativo se ha comenzado a articular de un modo distinto. No busco hacer grandes aspavientos o cambios revolucionarios en mi manera de trabajar y en mi estética, considero que ello sería un mero espectáculo. Pero comienzo a notar ciertas inflexiones importantes en mi trabajo, relieves que se palpan distintos. Por ejemplo, acabo de concluir una obra para violín y vibráfono, titulada Finisterre: es al final que se regresa, y al terminarla caí en la cuenta de que no utilicé técnicas instrumentales “alternativas” ni sonoridades complejas más allá de las convencionales de la instrumentación usada, lo que conlleva un aire de extrañeza dentro de mi obra en conjunto. Aún así, el planteamiento en general de la pieza no es convencional, por lo menos no en cuanto a los marcos temporales en los que se desenvuelven los sucesos y al uso del material sonoro a partir de reincidencias múltiples y transfiguradas, por ejemplo. De esto, ciertamente, tendré que escribir luego. En fin, esto que comenzó siendo un texto cuyo único objetivo era el de escribir algo para retomar el hábito, terminó siendo eso en realidad, el registro de una disposición a establecer un punto de contacto significativo, generando un flujo y reflujo capaz de encender el entusiasmo y la propensión misma a hacerlo. En las palabras me encuentro y me pierdo, me reconozco y desconozco. En las palabras, en el habitar artístico y poético también, crecemos, morimos y renacemos.
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Iván SparrowI make and teach music. ArchivesCategories |